Los intentos de las familias por ayudar a adolescentes o adultos con problemas de uso, abuso o dependencia de sustancias psicoactivas, encaminados al control, no funcionan; en la mayoría de los casos el paciente volverá al consumo.
Se requiere un cambio de perspectiva hacia la implementación de la aceptación, la validación y el entrenamiento en habilidades como la atención consciente, que permita a los familiares entender que en un primer momento actúan para calmarse ellos mismos, y al hacerlo puedan prestar auxilio más efectivo, afirmó el académico Luis Ángel Pérez Romero.
Refirió que quien usa sustancias tiene, por lo menos, dos o tres personas que la rodean y así aumenta la cantidad de gente afectada por esa práctica.
Se trata de aquellos cercanos (madres, padres, tíos, hijos, amigos), para quienes no hay demasiadas intervenciones empíricamente probadas, detalló.
Reiteró que los pacientes que llegan a tratamiento lo hacen porque en una gran proporción algún familiar los lleva; la preocupación motiva que los cercanos busquen asistencia y aquellos acuden presionados. Pero ello ocasiona que al poco tiempo lo abandonen, y más tarde vuelvan a ingresar; eso se repite por varios años.
Hay quienes han estado en 20 "anexos" de rehabilitación y la familia comienza a actuar con el propósito de que cambie, situación que se conoce entre los grupos de autoayuda como codependencia; es decir, la búsqueda incesante de apoyar al otro, lo cual se vuelve duro para quien convive o trabaja con la persona, manifestó.