"Nuestros antepasados le temían a la canícula porque traía enfermedades y sequía, aunque exactamente no se tenía una fecha de cuándo iniciaba, sólo sabían que empezaban las altas temperaturas una semana después del solsticio de verano y que duraba cuarenta días", afirmó el médico tradicional Protasio Otero.
Dijo que sus ancestros sabían los efectos que provocaba la llegada de este fenómeno atmosférico, como la disminución de la lluvia desde julio y agosto, los vientos alisios de aire caliente que impiden la formación de nubes y reducen las precipitaciones, y el desarrollo más rápido de las enfermedades, incluso la gente moría.
Indicó que las personas se cuidaban mucho de cortarse o herirse con cualquier artefacto, ya que por los intensos calores no era fácil sanar, además no consumían alimentos crudos, evitaban el consumo de carnes y pescados sin cocimiento, porque podrían provocar infecciones estomacales.
Mencionó que también se cuidaban de no exponerse demasiado al sol, por eso era costumbre empezar muy de madrugada las jornadas laborales en el campo, siempre con sombrero en el caso de los hombres y las mujeres con pañuelos o rebozos que protegían, ya que el aumento de temperatura en su cuerpo tendría afectaciones a la salud, como insolaciones, convulsiones, golpes de calor, dolores de cabeza o deshidratación.