El flujo de indocumentados en su camino a la frontera para cruzar a Estados Unidos en busca del "sueño americano" ha aumentado, principalmente hondureños, pero ahora muchos han decidido quedarse por más tiempo en la localidad.
Se les ve en cruceros de calles de la zona Centro, incluso a bordo de los autobuses urbanos, realizando la vendimia de paletas, chicles y otros artículos, para subsistir.
Algunos han buscado trabajo, pero por ser migrantes nadie los avala, la gente desconfía de ellos, y entonces se ven obligados a realizar ventas para obtener dinero para comer.
"Apóyame, soy hondureño, voy de paso", expresan al ofrecer sus productos, pero en algunos casos se enfrentan a discriminación y malos tratos.
A los autobuses se suben hombres que entregan a los pasajeros una bolsita con chicles, que venden a 5 y 10 pesos, para mantenerse y tratar de reunir una cantidad mayor, a fin de poder continuar su viaje.