Los cigarros piratas se han hecho un espacio entre los consumidores en México. Tianguis, mercados o cruceros son algunos de los puntos en donde se consumen, de forma directa o indirecta. La venta de cigarros sueltos también es una de las vías por las que se comercializan.
En México, el Gobierno ha emprendido diversas acciones, desde hace años, para reducir el número de fumadores; sobre todo, evitar que los menores de edad se inicien en el consumo de tabaco. Estos esfuerzos van desde la prohibición en la venta a menores desde 1984, después se pidió a las cigarreras que colocaran imágenes y en 2010 se prohibió su publicidad.
En 2010, también las cigarreras también se vieron obligadas a colocar en las cajetillas de cigarros imágenes sobre las consecuencias por fumar, como cáncer, enfisema pulmonar y el riesgo de sufrir un infarto.
Recientemente, con el objetivo de restringir el acceso a los cigarros para los adolescentes y disminuir la población fumadora, a finales de 2022, se reformó la Ley General para el Control del Tabaco. El decreto prohibía toda forma de publicidad, promoción y patrocinio de los productores elaborado con tabaco en cualquier medio de comunicación, así como exhibir las cajetillas en puntos de venta.
A esto se sumó la prohibición para fumar en algunos espacios públicos, como centros de trabajo, bares y antros, restaurantes, además de plazas públicas. Las restricciones fueron echadas abajo por asociaciones de restaurantes, bares y comercios, que se ampararon ante el decreto presidencial.
Y mientras las autoridades endurecen las normas para evitar el consumo de tabaco, la venta de cigarros pirata no tiene un freno. Para pocos consumidores no es un secreto que estos productos se pueden adquirir en el mercado informal, incluso, al comprar cigarros sueltos en cruceros o personas en la calle, es casi poco probable verificar las cajetillas.
Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Asociación Nacional del Pequeño Comerciante (ANPEC), explica que se han detectado algunos puntos de venta en tianguis como el de Tepito, en la Ciudad de México, o el de Pulga Río en Monterrey, Nuevo León, con un precio por cajetilla que ronda los 25 pesos, cuando en una cajetilla tiene un precio que llega hasta los 85 pesos, con un margen de utilidad del 70%.
"Los mexicanos que fuman encuentran mercado en mercado legal que está sobrerregulado y, por el otro lado, el mercado del ilícito que se mueve con total libertad y se vende en las aceras en los cruceros o con los boleros", dice el presidente de la ANPEC.
Rivera detalla que han identificado que de cada 10 cigarrillos que se comercializan en el país, dos son piratas y de esos dos, uno se produce en México y el otro es importado, en su mayoría, desde países como Vietnam, China y Paraguay.
En México, los estados donde han detectado la instalación de infraestructura para la producción de cigarros ilícitos son Campeche, Jalisco y el Estado de México, de acuerdo con Rivera. "Esta producción ilícita en México se hace en ambulantaje, es decir, tienen sus códigos de escape y se mueven constantemente para no ser detectados por las autoridades", declara.