En un año, la canasta agroalimentaria que contiene 58 productos básicos en la dieta de las familias mexicanas registró un encarecimiento de 15 por ciento, mismo que merma el aumento de 22 por ciento al salario mínimo de este año, dando como resultado que las personas de menores ingresos deban destinar más de la mitad de su salario mensual para adquirir estos productos.
De acuerdo con el monitoreo quincenal del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), al cierre de 2021 para la adquisición de la canasta agroalimentaria un mexicano necesitaba desembolsar en promedio 2,549 pesos, mientras un año antes lo hacía con 2,207 pesos, es decir, requiere de 342 pesos adicionales.
Dicha cantidad, para una familia de la parte más baja de la pirámide, es decir, que percibe el salario mínimo, representa dos días más de trabajo, pues con el aumento de este año, el minisalario en México es de 172.87 pesos diarios.
Esa misma familia ve mermado su ingreso mensual de poco más de 5 mil pesos, pues la mitad lo debe destinar a la compra de agroalimentos indispensables como tortillas, huevo, frijoles, leche, carne de pollo, cerdo o res, arroz, sal, azúcar, pan, frutas, sopa, entre muchos otros necesarios para la alimentación de sus miembros.
Ya con la mitad de su ingreso comprometido, aún debe realizar gastos indispensables como el pago de la renta, gas, luz y educación de los hijos, entre otros.
Para Juan Carlos Anaya, presidente del GCMA, los altos niveles que registran los precios generales, pero sobre todo los de la canasta básica de agroalimentos, son la muestra más clara de que la inflación es el mayor impuesto que está pagando la gente de menores recursos en México.
El encarecimiento de 15 por ciento que muestra la canasta agroalimentaria en el último año es consecuencia del alza desproporcionada que muestran ciertos productos, como por ejemplo: 132 por ciento el kilogramo de tomate, 113 por ciento de los chiles jalapeños, 118 por ciento del limón, 95 por ciento del chile serrano, 68 por ciento del jitomate y 61 por ciento del aguacate, sólo por mencionar algunos.
A lo anterior se suman alimentos de mayor consumo como la carne de res, que muestra una inflación de 19 por ciento, mientras la de cerdo se encareció 11.4 y la de pollo 10.6 por ciento. Lo anterior sin contar el 20 por ciento que ha subido el precio de la tortilla en el último año, un alimento que consume a diario la mayoría de los mexicanos.
Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), explicó que el encarecimiento de los alimentos ha sido más fuerte debido a la escasez por la parálisis en que han caído distintas cadenas de producción, como la de cárnicos, productos agrícolas y avícolas entre otras.
“Esta nueva crisis se ha sumado a la que veníamos padeciendo por la falta de insumos (chips), que virtualmente paralizó la industria automotriz al cierre del año pasado. La realidad es que hemos arrancado el año con el pie izquierdo”, apuntó el representante de los comercios de barrio, los cuales tienen contacto directo con los consumidores.