Una modalidad de extorsión digital que utiliza como señuelo fotografías de cuentas de redes sociales de mujeres, comienza a expandirse.
Los delincuentes cibernéticos bajan fotos que las jóvenes suben a sus cuentas de Instagram, para utilizarlas en perfiles falsos, desde donde ofertan contenido sexual.
A los interesados que caen en el engaño, les solicitan el número de su tarjeta de crédito y apenas acceden a un sitio apócrifo, sus datos bancarios son robados para hacer compras no autorizadas.
Un caso es el de Fernanda. Sus amigos la alertaron sobre una supuesta cuenta suya en la FansLy, donde ofertan imágenes y videos para adultos, similar a OnlyFans. La cuenta apócrifa tenía su identidad de Instagram e invitaba, con imágenes tomadas de la cuenta real de Fernanda, a ver contenido sexual.
Al ser advertida, pidió a su novio que pagara e ingresara a la cuenta falsa. Recibió un link y descubrió que era una página apócrifa. A partir de ese momento su novio recibió cargos desconocidos desde 300 hasta mil 800 pesos.
Fernanda dijo conocer a otras 40 mujeres a las que les ocurrió algo similar y ven con impotencia el uso de un falso perfil con sus imágenes utilizadas para el fraude.
Como otras víctimas, Fernanda no denunció al considerar que es una labor compleja saber quién se esconde detrás de estos delitos por la falta de regulación en Internet.
Cuatro meses después, la falsa cuenta de Instagram desde donde redireccionan para cometer el ciberfraude, permanece activa, pese a muchos reportes suyos para que sea dada de baja.
La Policía Cibernética de la Ciudad de México, admitió la propagación de esta modalidad.
Otra víctima es Jennifer. Reportó un perfil de FansMine que usaba fotos reales de su cuenta de Instagram como trampa; en su caso, su rostro era sobrepuesto en videos porno. El perfil incluía también un link para pagar las descargas.
El modus operandi fue detectado por la Policía Cibernética de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) en 2022, asegura la oficial y analista, Sandra García.
Los ciberdelincuentes eligen perfiles de redes sociales, en 90 por ciento de los casos de mujeres.
Un doble crimen que empieza con la denigración de la imagen de la víctima -y que está dentro de la legislación vigente como parte de la violencia digital- y termina la sustracción de datos bancarios, la suplantación de identidad en una institución financiera o la comisión del fraude electrónico.
"Esta situación se ha ido propagando derivado de las tendencias que se van dando y a las que se van adaptando a la ciudadanía (los ciberdelincuentes)", explica García.