Tanquián.- El copal, aguardiente, la imagen de San Isidro Labrador, el bolín y el atole de ciruela, son piezas claves en el ritual, pero lo es aún más la fe y esperanza que cada campesino tiene al iniciar la siembra de la parcela.
Semillas de maíz y frijol fueron ofrendadas, junto a la imagen de don Noé Herrera, un gran campesino que recientemente falleció pero dejó en su familia el amor por la tierra, por el cultivo del alimento y la tradición para pedirle a Dios, a la tierra, al aire y el agua la bendición para un buen término de cosecha.
Un rezo sencillo, una veladora, el permiso a la naturaleza y el compartir los alimentos fue el comienzo para el arduo trabajo, surco a surco y a la vieja usanza la siembra