Visitantes abarrotaron los balnearios en el denominado “fin de semana largo”, con una notable afluencia de vehículos pertenecientes a promotoras turísticas, aunque en algunos casos con incumplimiento de los protocolos sanitarios.
Esto destacó en el “puente revolucionario”, que fue opacado por la falta de acato a los mandatos de la Secretaría de Salud, debido a la pandemia e incluso surgieron quejas de los paseantes por los altos costos en cuotas de entrada y precios de los alimentos.
Otro aspecto negativo fue la voracidad de los guías de turistas, que cobraron más de 10,000 pesos por orientar a los grupos y hasta los habitantes que aprovecharon los días libres, protestaron por este abuso que se repitió incluso en las fondas.
Lo peor fue que quienes llegaron a los parajes no tuvieron la disciplina de portar el cubrebocas, ni los prestadores de servicios lo exigieron, permitiendo hasta el paso de adultos mayores y niños, pese a ser los más vulnerables.