
Starbucks explota a los indígenas
** El kilogramo del aromático lo adquieren en 5 pesos el kilo
Un nuevo reporte ha revelado que el café certificado mexicano, comercializado por Nestlé y Starbucks, está marcado por violaciones a los derechos humanos, daños ambientales y prácticas de explotación que mantienen a los pequeños productores en un ciclo de pobreza extrema.
La investigación, titulada "Explotación y opacidad: la realidad oculta del café mexicano en las cadenas de suministro de Nestlé y Starbucks", fue realizada por las organizaciones Empower, Coffee Watch y el Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, A.C. (ProDESC). En ella, se detalla cómo ambas empresas utilizan su influencia en el mercado y en el Gobierno mexicano para garantizar un suministro de café a precios bajos, sin importar el costo humano y ambiental de sus prácticas.
El informe denuncia que Nestlé y Starbucks dependen de grandes comercializadoras multinacionales, conocidas como acaparadoras, entre ellas ECOM Agroindustrial Corp. Limited (ECOM), Neumann KaffeeGruppe (NKG) y Louis Dreyfus Company B.V. (LDC). Estas empresas controlan el mercado y fijan precios de compra que ni siquiera cubren los costos de producción. En 2023, por ejemplo, el precio de un kilogramo de café cereza era de 0.25 USD (alrededor de cinco pesos mexicanos), muy por debajo de los 1.2 USD por kilogramo que los productores consideran necesario para una producción sostenible.
Si bien la mayor parte del café en México proviene de estados como Chiapas, Veracruz y Puebla, entidades como Oaxaca, Guerrero y San Luis Potosí también tienen participación en esta industria. No obstante, los caficultores en estas regiones enfrentan las mismas problemáticas que el resto del país: falta de acceso a mejores mercados, explotación por parte de intermediarios y nula protección gubernamental.
El 70% del café es producido por comunidades indígenas, muchas de ellas en condiciones de pobreza extrema. El trabajo infantil es común en los cafetales, ya que los bajos precios obligan a los productores a recurrir a toda la familia para mantener la producción.
El reporte destaca también la enorme brecha de ingresos en la industria: mientras que un trabajador del café en México gana en promedio 106 USD al mes, el CEO de Starbucks, Brian Niccol, gana aproximadamente 10 millones USD mensuales. Para igualar su salario, un caficultor mexicano tendría que trabajar más de 7,000 años. Por su parte, Laurent Freixe, CEO de Nestlé, percibe un salario de 1 millón USD al mes, lo que equivale a más de 700 años de trabajo de un productor.
El informe también señala que Nestlé y Starbucks han estructurado su modelo de negocio de manera que los pequeños caficultores no tienen opciones viables fuera de sus redes de suministro. Esta situación perpetúa un ciclo de explotación, donde los beneficios se concentran en las grandes corporaciones, mientras que las comunidades productoras, como las de San Luis Potosí, quedan marginadas y con escasas oportunidades de desarrollo.
Los sistemas de certificación, como C.A.F.E. Practices de Starbucks y 4C de Nestlé, también fueron puestos en entredicho, pues el informe indica que lejos de mejorar las condiciones de los productores, han servido para legitimar la opacidad y la explotación en la industria.
"Si las autoridades corroboran nuestros hallazgos, entonces Nestlé y Starbucks deberían rendir cuentas por sus prácticas", afirmó Higonnet.