Término de año debe ser espacio para la reflexión

El Año Nuevo, celebrado cada 31 de diciembre según el calendario gregoriano, marca un momento de reflexión para millones de personas en todo el mundo. Para muchos, representa el inicio de un nuevo ciclo cargado de metas y sueños, mientras que para otros es una oportunidad de dejar atrás periodos difíciles.

Según la académica universitaria Liliana Guzmán Álvarez, las emociones asociadas a esta época, como alegría o tristeza, están influenciadas por las relaciones simbólicas que construimos a lo largo de la vida y el significado personal que atribuimos a estas fechas.

Guzmán Álvarez explica que esta época nos invita a evaluar los logros y dificultades de los últimos 12 meses, proyectando esperanzas hacia el futuro. La satisfacción por alcanzar metas o la conexión con seres queridos puede llenar de alegría a muchos, pero también emergen sentimientos de tristeza o desesperanza frente a pérdidas personales o metas incumplidas. Este balance, añade la psicóloga, puede llevarnos a comparaciones con los logros de otros o incluso con versiones pasadas de nosotros mismos, generando insatisfacción.

La experta subraya la importancia de distinguir entre la tristeza ocasional y la depresión, una condición más compleja que requiere atención profesional. Mientras que la tristeza, común en esta época, puede superarse con apoyo emocional o enfocándose en nuevas metas, la depresión afecta el funcionamiento general de una persona y debe abordarse con ayuda especializada. Además, Guzmán Álvarez desmitifica conceptos como el "Blue Monday", recordando que las emociones humanas no siguen reglas universales.

Para comenzar el año con una perspectiva positiva, la psicóloga recomienda plantear metas claras y alcanzables, priorizando objetivos concretos que aporten significado a nuestras vidas.