Ciclón Inés de los más devastadores
Fue en la década de los 70 y hubo más de tres mil damnificados
Las intensas lluvias que provocó el ciclón Inés en 1976 por quince días en Valles, provocaron el desbordamiento del río, llevándose innumerables casas que había en la ribera.
Se estima que hubo más de 3 mil damnificados, provocando severos daños a la agricultura y a las viviendas.
De acuerdo al cronista Crescencio Martínez Candelaria, el gobernador del Estado Guillermo Fonseca Álvarez envió ayuda a las colonias afectadas, principalmente Tetuán, Márquez, Francisco Villa, Santa Rosa, La Diana y la zona de La Bajadita.
En aquel entonces el río había tenido un aumento en su nivel de 8.95 metros, por su enorme cause se veían pasar, camas, estufas, colchones, y hasta animales.
El ciclón Inés había dejado incomunicada a la Huasteca Potosina. Asimismo el Ejército y los Bomberos fueron los encargados de llevar a los damnificados a los diferentes albergues.
El riesgo que representa para las familias que viven en zonas inundables, provocó que el Gobierno Estatal y Municipal pensara en su reubicación.
El gobernador del Estado Guillermo Fonseca Álvarez y el presidente en turno Leonardo Zúñiga Azuara dieron su anuencia para dotar de un terreno a los colonos de La Tetuán, La Bajadita y, de los que vivían a las orillas del arroyo Los Puercos.
Los primeros habitantes de la colonia Tetuán eran personas que venían de otros estados y de municipios cercanos.
Para poder vivir ahí, solicitaron autorización a la Conagua, encargada del río Valles por ser propiedad federal.
Se les autorizó con la condición de construir casa de madera y palma.
Después de pasar la inundación de 1976, se les otorga un terreno, fundando la colonia 12 de Julio.
Sin embargo, la mayoría se regresó a vivir otra vez a la ribera del río, porque en el lugar donde les dieron, no contaban con los servicios básicos, otros vendieron su terreno y volvieron a la colonia.
Ya son 47 años que el ciclón Inés le cambió la vida a las personas de la Tetuán, La Bajadita y de la orilla del arroyo "Los Puercos".
Algunos aceptaron el terreno como un patrimonio, y se alejaron de la angustia de pensar que cada año, viven en zozobra de que el agua destruya su casa.