Diario Regional El Mañana De Valles
Hojas de Papel Volando | ¡Pásele! ¡Pásele! ¡Aquí no le cuesta nada comprar!

Hojas de Papel Volando | ¡Pásele! ¡Pásele! ¡Aquí no le cuesta nada comprar!

Para muchos es toda una fiesta ir a la compra en los lugares abiertos y con vista a los alimentos que están a la mano y poder tocarlos, poder escoger lo que uno quiere y poder oler y decir que esto es



oel Hernández Santiago

No me diga que usted no ha ido a un mercado mexicano: ya tianguis, ya mercado público, ya plaza… en donde lo mismo conviven naranjas dulces, limón partido...con jitomates, cebollas, chiles de todos los picores, que hacen mirar al infierno y sus diablillos, hierbas finas, carne-comida-sustento… y aromas a delicias del campo y delicias de lo que habrá de ser el alimento nuestro de cada día… ¡El olor de las guayabas, los mangos, las guanábanas! ¡Y sus colores! Todo el universo cromático ahí mismo, a ojos vista.

Y no me diga que si va al tianguis-mercado público-plaza no se anima su corazón al paso de: “¡Pásale, pásele, marchanta! ¡Güerita, güerita, pásele, pásele! ¡Por preguntar no se cobra! ¡Bara, bara, bara que sí! ¡Sí hay, sí hay… y bien! ¡Ahí le va su pilón! ¡¡Llévele, llévele, jefecito, llévele! ¡Pruebe, sin compromiso! ¡¡Aquí está su rorro con todo bueno, bonito y barato! ¡Chécale carnal-carnala!… ¡Ese güerito de los lentes… mire-mire…!...” Toda una sinfonía de palabras, frases, cordialidad y hasta picardía, porque de eso se trata en un tianguis hecho con la más histórica alegría mexicana.

 
 
 
 
 
 
 

Para muchos es toda una fiesta ir a la compra en los lugares abiertos y con vista a los alimentos que están a la mano y poder tocarlos, poder escoger lo que uno quiere y poder oler y decir que esto es para mí, para mi familia para la mesa de amigos y porque aquí está lo que nos llega del campo o de la granja o de los pastizales y del mar: todo junto en unos cuantos metros cuadrados de idas y vueltas y de pararse acá o allá para ver-tocar (no tocar), preguntar, regatear y guardar en la bolsa del mandado y así pasear por esa galería de arte, color y música.

 
 

José Moreno Villa, el escritor español que llegó al país con el exilio republicano,escribió en su “Cornucopia mexicana” que a México se le conoce y se le quiere por sus mercados:

“La vendedora nos ofreció unos banquillos muy bajos para poder examinar sus géneros extendidos en el suelo. Y [Pedro] Salinas exclamaba a cada momento: “¿No es un encanto comprar así, en plena calle, sentado bajo un toldo y sin prisas ni abusos?” (...)“Entre los puestos andan o duermen los perros. Despachan mujeres de abundantes carnes, que mientras no tienen parroquianos, amamantan a sus chamacos. El colorido de los puestos es variado pero, por si no bastan los colores de los dulces, cuelgan de las paredes abigarrados cartones de lotería con premios en juguetes entre tiras de plata y oro”

Y qué tal Pablo Neruda que afirma: “Fui de mercado en mercado por años enteros, porque México está en sus mercados” ... O Katherine Ann Porter (la de “La nave de los tontos”) que se perdía el día entero en “los tianguis mexicanos” ya en la Ciudad de México como también en Oaxaca... Y muchos más que llegan “de fuera” y lo primero que buscan es ir a los mercados mexicanos, porque ahí está el espejo nuestro de cada día, lo que nos distingue, nos hace cultura e historia...

Antes de que llegaran por acá los españoles había en lo que era el Valle de Anáhuac unos ‘tianguiztli’, hoy tianguis, en los que gente de distintos lugares intercambiaba distintos productos y oficios.





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